sábado, 16 de diciembre de 2006

Historia Cultural Hispanocolonial en Santiago


Cada día son más abundantes los hallazgos de restos de valor histórico, de origen colonial, republicano, e inclusive prehispánico. Es que la ciudad de Santiago se encuentra asentada en lo que a través del tiempo se ha constituido en un gran y gigantesco basurero. Bajo nuestros pies se encuentran los más fabulosos tesoros de nuestros ancestros. Los santiaguinos, a largo de cinco siglos, han modelado esta ciudad según sus necesidades, proyectos y aspiraciones, muchas veces condicionados por la naturaleza, otras doblegándola.

HISTORIA Y ARQUEOLOGÍA: CONSTRUYENDO NUESTRO PASADO

El trabajo de los historiadores, realizado a través del estudio de crónicas y documentos, hoy cuenta con nuevas fuentes de conocimiento. Arqueólogos y Antropólogos, aplicando metodología de sus disciplinas, han recuperado valiosa información de tiempos histícos. Estos antecedentes dicen del proceso de urbanización de la ciudad de santiago, y de cómo se fue modelando, a lo largo de los siglos, el resto de nuestra ciudad

LA PRESENCIA DEL TAWANTINSUYU

Chile poseía desde hace 12.000 habitantes. Casi antes de la llegada de los españoles otros conquistadores llegaron a estos territorios: Los Incas. El imperio incaico Tawantinsuyu muestra su impronta en los vestigios que frecuentemente se encuentran en la ciudad. Basijas y platos muestras su contacto con pueblos alfareros locales conocidos como Complejo Cultural Aconcagua (900 –1536 d.C.). Los incas impusieron una organización estatal, además de la

RELATOS DE SANTIAGO EN EL SIGLO XVI

Pedro de Valdivia encabezando a la hueste hispana llegó a Chile Central hacia fines de 1540, entrando “... al valle de Aconcagua, donde auia estado Barrientos, y alli le dio la paz el cacique Tagolonco, que qiere decir cabeza quebrada, prometiendo obediencia y lealtad al Rey nuestro señor por auerle significado la grandeza de su poder. Aqui con la seguridad de este Cacique, y con la abundancia, que hallaron de comida, se recreó la gente, y descansó por algunos días, hasta que passaron al deseado valle de Mapocho, donde aloxó en la Chimba, a la orilla del río, y a la parte Norte: y queriendo haçer alli un fuerte, y principio de ciudad, por jusgar el sitio por aproposito; le salio el cacique Loncomilla, que quiere decir cabeza de oro, señor del valle de Maypo a dar la paz, y le dixo: que no poblasse en la Chimba, que otro mexor sitio auia de la otra vanda del rio, a la parte del Sur, donde los Ingas auian echo una poblacion, que es el lugar donde oy esta la ciudad de Santiago .

SANTIAGO HABITADO POR ESPAÑOLES

La cuenca de Santiago conservaba hacia 1541 una amplia población originaria y ricos territorios por explotar. Esto le dió a Valdivia una coyuntura favorable dado su experiencia con el pueblo quechua. Así el cronista comenta que " Destos indios vemos muchos en el Perú, que residen en la ciudad del Cuzco; de la cual habían sido enviados por el gran inga a Chile los que hemos dicho, i se llamaban Mitimaes; y destos era el sobredicho Vitacura; el cual por ser indio del Perú, recibió con buen semblante a los españoles. Por esta causa, y no ménos por la grande anchura, fertilidad y sanos aires deste valle, que es de los mejores de las Indias, y aun de toda la cristiandad, determinó el jeneral de hacer aquí asiento, i aun de dar traza en fundar una ciudad lo más breve que pu..//...diese, dándole aviso y consejo para ello un cacique, al cual le costó la vida haberse metido en ello; porque despues de la primera oportunidad que pudieron los bárbaros haberlo a las manos, lo mataron como traidor y facineroso" .

EL VALLE CENTRAL, CUNA SANTIAGUINA

Las descripciones geográficas de la zona nos ilustran sobre la visión de los españoles de esta cuenca. Un cronista hispano comenta: “...Hace muro a este feracísimo valle de Mapocho por la parte del oriente la cordillera nevada (que se ve toda blanca de nieve en el invierno y a manchas en el verano), y al poniente la cuesta y áspera montaña de Poangue, Carén y Lampa (cuyo pie podemos decir que...//....calza oro fino, por ser de tan subidos quilates el que se halla en las ricas minas que hay en todo él, de que se sacó mucho cuando se labraban); ni está desmantelado por los lados, porque por las bandas del Norte y Sur le rodean otras montañas, que aunque no son tan levantadas como la cordillera, son lo que bastan para la correspondencia que por todas partes cerca este valle, el cual cría en varias partes de sus quebradas frecuentes minas de oro. Tiene de diámetro, contado del este Oeste, que es de la cordillera a la cuesta de Poangue y Carén, cinco o seis buenas leguas; y de septentrión a mediodía, que es desde el río Colina hasta el de Maipo, otras siete u ocho leguas; con que su circunferencia vendrá a ser de veinte y seis a veinte y ocho leguas y más si nos dejamos bajar hasta San Francisco del Monte, que es un lugar de espesísimos y amenísimos bosques, de donde se corta la madera para la fábrica de casas...” .

LA VISION DE LOS CRONISTAS

Siguiendo las descripciones de Alonso Ovalle sobre la ciudad, el relato expone: En este valle, dos leguas de la cordillera a la orilla del río Mapocho, crió Dios un cerro de vistosa proporción y hechura, que sirve de atalaya, de donde a una vista se ve todo el llano como la palma de la mano, hermoseado con alegres vegas y vistosos prados en unas partes y en otras de espesos montes de espinales, de donde se corta la leña para el común uso de la vida humana. Al pie de este cerro (que es de moderada altura y tendrá de circuito poco más o menos de dos millas) hallaron los castellanos poblados gran suma de indios, que, según refieren algunos de los autores que tengo citados, llegaban a ochenta mil, y pareciendo al gobernador Pedro de Valdivia que, supuesto que los naturales de la tierra habían poblado en este lugar, sería sin duda el mejor de todo el valle,...//...le eligió para fundar, como lo hizo, la ciudad de Santiago, a 24 de febrero de 1541, la cual está en treinta y cuatro grados de altura, y darle de longitud sesenta y siete, distante del meridiano de Toledo mil novecientos ochentas leguas .

LA CIUDAD EN DAMERO: CONQUISTA Y EVANGELIZACION

En lo formal la ciudad cumplía con las Ordenanzas de 1523 del Emperador Don Carlos V, trazada en un plano para los espacios habitacionales junto a estructuras de defensa por el alarife Gamboa, materializadas mediante estacas y maestras de cordel en terreno. Su proximidad al río de los Mapuche también era una ventaja defensiva, junto con asegurar una condición vital para la sobrevivencia de la futura ciudad. Así lo relata Diego de Rosales: “Planto Valdiuia su campo en el valle de Mapocho, que propiamente se llama Mapuche, que quiere deçir Valle de gente, por la mucha, que en el auia, y de ay tomó el rio esse nombre: mas los españoles, y el tiempo a corrompido el vocablo, y en lugar de Mapuche, le llaman Mapocho. Dio buelta al valle mirando los assientos, y la hermoSura de sus campañas y llanura, que es de los mejores y mas fertiles valles del Reino, fecundado de un rio, que liberal reparte sus aguas por diferentes sangrias, para que todos rieguen sus sembrados...” .

Después de la destrucción de la ciudad-campamento, de fuerte impronta indígena, y de la sobrevivencia dramática del grupo de españoles en un territorio que se tornó duro y hostíl, el espacio urbano Surge como una estrategia de sobrevivencia, en cuanto a procurar la sustentación económica del grupo y la necesaria cohesión social sobre la que se cimentara el proyecto colonial hispano. Se instituyó la ciudad como centro de dominio, coerción y adoctrinamiento de la población indígena, y su primera expresión fue el desarrollo de una sistemática carga de trabajo al indígena por parte del encomendero hispano, sustituyéndose así el sistema implantado en otras áreas de hispanoamericana de carga fiscal directa sobre el indígena.

RELATOS DE SANTIAGO EN EL SIGLO XVII

Felipe Guaman Poma de Ayala (1613), quién nunca conoció estas latitudes, recogió información fidedigna del caracter del territorio presumiblemente por medio de informantes que acompañaron las empresas de Almagro o Valdivia. Este autor nos informa: “La dicha ciudad de Sanctiago (sic) de Chile, esta dicha ciudad se edeficó (sic) en tiempo (sic) del virrey don Francisco de Toledo y del rrey don Phelipe el segundo. Esta dicha ciudad y temple y fruta y de todo lo demás es comparado a lo de castilla, a lo menos como de la tierra de Xerusalén y es del derecho de ella. Y ací la tierra cría tan buen pan y uino y frutas, arboledas, casa santa y carne, todo gordura y salud de los hombres y multiplica la senté, rrica de comida y de oro y falto de plata y los hombres sanos y fuertes aunque sea viejo de ochenta años, fuerte. Y ací los indios son fuertes, animosos para mucho las comidas se dan en piedras, agua temporal y la mejor tierra del mundo, pero belicosos indios bravísimos. No se dejan uenzer por uer que los españoles arrea y quita quanto tiene, muger, hijas, a los indios deste rreyno; no concienten ellos eso. Más quiere murir una ues pues que el ingá tenía suxeto y daua oro al dicho Ingá. Y esta dicha ciudad tiene un obispado y no tiene jurisdicción y esta ciudad está con gran rriesgo y piligro de los indios de Chile, buena gente cristiana. Y tiene caridad y sirue a Dios y a su Majestad y bien criados. Y tiene grandísimo bastimento de comida esta dicha cuidad de Chile .

Los relatos de Antonio Vásques de Espinosa, aunque es probable que este nunca halla alcanzado el área central de Chile encierra un esbozo del rostro de Santiago y características sociales en formación. Nuestro cronista comenta: "La ciudad de Santiago de Chile fundó, y pobló el gobernador Pedro de Valdivia a 24 de año de 1541, que fue la primera del reino, corte, y cabeza de él, la cual está en un llano de la ribera del río Mapocho, 18 leguas del puerto de Valparaiso, y cinco de la Cordillera Nevada, que tiene al oriente, por esta parte tiene un cerro llamado de Santa Lucia que le hace algún abrigo”.

En la segunda década del siglo XVII, la ciudad contaba con una Plaza Mayor donde se centraba toda la actividad comercial, el abasto de productos agrícolas y artesanales de manos indígenas. Como ciudad no solo contaba con Audiencia, también "...Hay en la ciudad de Santiago Iglesia Catedral, con obispado, y nueve prebendados que la asistan, y sirven, y 35 clérigos con los doctrineros, que acudían a decir misa a las chacras y haciendas. Hay demás de la Matriz dos iglesias parroquiales, que son la de San ázaro, y San Saturnino: cinco conventos, Santo Domingo tenía 70 religiosos, con una renta, una chacra, viña, y una estancia con 6 negros para el beneficio de ella. San Francisco tenía 40 religiosos. San Agustín 30, tenía chacra, y viña con 6 negros para el servicio y beneficio de ella. La Merced 40 religiosos, con alguna renta, chacra, viña y estancia y ganado. La Compañía Tenía poco más de 30 religiosos, con alguna renta, viña, chacra, y estancia con 20 negros para el servicio y beneficio de las haciendas, en este estado estaban las cosas de la ciudad de Santiago de Chile en 614".

MIEDOS DE LA COLONIA: UN RIO OSCURO

Las inundaciones y salidas de madre del río Mapocho en los inviernos de los años 1604 y 1609 obligaron a sus habitantes a construir cabrías de madera y murallas de piedra a modo de tajamares. El río que alimentaba a la ciudad se transformaba en su más mortal enemigo. Las aguas del Mapocho regaban los huertos, sembrados y las viñas de su extensión, y daban de beber a sus habitantes mediante sus fuentes y manantiales. La precariedad de la existencia del hombre en la colonia temprana se consignaba trágicamente por la sucesión de enfermedades y pestes, terremotos y plagas que sobresaltaban a sus habitantes de la aparente modorra colonial.

El río invernal y el de los deshielos primaverales se transformaba en el peor tormento para los habitantes coloniales de Santiago. Año a año cobraba un saldo de destrucción y muertes, y por sobre todo de menoscabo en la calidad de vida, frente a la ausencia de aguas puras para beber.

El mismo Ovalle (1646) describe continúa su descripción: “... Es esta Cañada absolutamente el mejor sitio del lugar, donde corre siempre un aire tan fresco y apacible que en la mayor fuerza del verano salen los vecinos que allí viven a tomar el fresco a las ventanas y puertas de la calle: a que se añade la alegre vista que de allí se goza, así por el trajín y gente que perpetuamente pasa, como por las salidas que hay a una y otra parte y una hermosa alameda de sauces con un arroyo que corre al pie de los árboles, desde el principio hasta el fin de la calle: y el famoso convento de San Francisco .

RELATOS DE SANTIAGO EN EL SIGLO XVIII

El ingeniero francés describe la Ciudad de Santiago, capital de Chile: “La ciudad de Santiago está a 33º 40' de latitud austral al pié de esta cadena de montañas, que se llama la Cordillera, la cual atraviesa la América Meridional de Norte a Sur. Está situada en una hermosa campiña de más de veinticinco leguas de superficie, cerrada al este por el nacimiento de la Cordillera, al Oeste por las cuestas de Prado i de Pangue, al Norte por el río de Colina i al Sur por de Maipo. Fue fundada por Pedro de Valdivia el año de 1541; este conquistador de Chile juzgó de la fertilidad del suelo por haber encontrado en el valle del Mapocho gran número de habitaciones de indios. Habiéndole parecido hermosa la situación del lugar, i apropoada a la idea que tenia de edificar una ciudad, hizo tratar el plano por manzanas cuadradas como un juego de ajedrez, según las mismas medidas de Lima, es decir, de ciento cincuenta varas, o sesenta i cuatro toesas por lado, de donde ha venido esta medida de cuadra, de la que se sirve en el país para amojonar las tierras laborales. Cada barrio se divide en cuatro partes que llaman solar, para que los particulares vivan allí cómodamente; efectivamente, aún por el decurso del tiempo, estos espacios han sido subdivididos, en muchas partes, son todavía casas tan grandes de ancho que casi no hai casa alguna que no tenga su patio, i en el interior un jardín”.

OBRAS PUBLICAS COLONIALES: LOS TAJAMARES

Desde los primeros años de la conquista el río Mapocho requirió de especial atención y cuidado, mediante la construcción de muros y carías de protección a la ciudad. El gobierno de Domingo Ortiz de Rosas (1745-1755), concretó el proyecto de la construcción de nuevos tajamares del río Mapocho. A este se sumaba en su programas de logros en la urbanización de la ciudad y la construcción de edificios públicos . Después de la avenida del río de 1748, que destruyó el puente de la ciudad que conducía al barrio de la Chimba frente a la Recolección Franciscana y los tajamares de piedra y cabrias existentes hasta entonces, se inician los trabajos de los nuevos tajamares que se extendieron entre los años 1749 y 1751 . Este tajamar perduró hasta la gran avenida del río en 1783, en que fueron fracturados y tumbados en diversos tramos de su extensión.

En la segunda mitad de siglo el Cabildo de Santiago enfrentaba la necesidad de la construcción de un puente definitivo para el río Mapocho. Junto al ingeniero José Antonio Birt, en Agosto de 1765 se entregó la dirección de las obras al corregidor Luis Manuel de Zañartu , que con posterioridad sería una superintendente de las obras del Mapocho. Los tajamares del río se constituyeron en prioridad por los requerimientos de defensa de la ciudad dada la pérdida de las obras anteriores. El trabajo de acopio de piedras en canteras y elaboración de ladrillos se habrían iniciado entre 1767 y 1768 , para terminar la cruzada de la construcción del puente de Calicanto en el mes de Febrero de 1782.

Posteriormente, el gobierno de Ambrosio de Benavides debió enfrentar la devastación de Santiago por la denominada “Gran Avenida de 1783” del 16 de Junio. Los tajamares del Mapocho cedieron a la altura de la chacra del conde de Quinta Alegre (Seminario), para inundar la Cañada. El agua inundó los límites del barrio de la Chimba y la Cañadilla (Independencia). Los tajamares de Ortiz de Rosas fueron destruidos en una extensión de catorce cuadras, arrazando los bohíos que se situaban en la caja del río, llevándose chozas, animales y personas. Esta desgracia, sobrellevada a duras penas, y la permanente inseguridad de los habitantes de la ciudad, llevaron a abordar las obras de defensa de la ciudad con una solución definitiva.

Así como el gobierno de Ambrosio O`Higgins emprendió la realización de importantes obras públicas como el camino a Uspallata y el camino hacia Valparaíso, se inició la cruzada de los tajamares “… en 1792. Se nombró superientendente de la obra a Manuel de Salas Corbalán, y se confió la parte técnica a Joaquín Toesca, que revisó los planos confeccionados por Badarán en 1783, introduciéndoles modificaciones de importancia. Al iniciarse los trabajos, se colocó se colocó en la base de un esbelto obelisco esta inscripción: "D.O.MTS.S. Reinando Carlos IV y gobernando este reino don Ambrosio O`Higgins de Vallenar, mandó hacer estos tajamares". Los muros se ejecutaron ahora con gran solidez, y resistieron hasta la conalización del río, las grandes avenidas que lo pusieron a prueba. Proseguido por los sucsores de O`Higgins, en 1804, tenían ya una extensión de 27 cuadras. Se les hermoseó con una alameda, con dos puentes y con buenos asientos, y, durante largos años, fueron el paseo predilecto de la ciudad”.

SANTIAGO EN EL SIGLO XIX EN SU PERIODO DE

RESABIO COLONIAL

En 1822 llega a Santiago el capitán Gabriel Lafond de Lurcy (1802-1876), quién plasmó sus impresiones de la ciudad colonial tardía en su diario de viaje, comentando: “Nada es más sucio y desagradable que la entrada de Santiago por el camino de Valparaiso; sin embargo, habría sido fácil embellecer y regularizar este camino trazado en un terreno plano, sin accidente alguno. A primera vista Santiago me desagradó soberanamente y me hizo la impresión de una ciudad monótona, en la que todo debía ser tristeza y aburrimiento. Sus calles tiradas a cordel y cortadas en ángulos rectos ofrecían un aspecto semejante al de Lima. Sin embargo, las casas tenían cierto aspecto arábigo. Una gran puerta principal conduce a un patio rodeado de arcadas; pocas ventanas dan a la calle; raros almacenos se ven aquí y allá. Se comprende que el aspecto de las calles no debe ser muy animado .

Efectivamente, el entorno de Santiago lentamente se constituyó en un gigantesco basural, conformado por lo restos vegetales, residuos del abasto y una gran cantidad de escombros. Las condiciones de salubridad y aseo público eran muy pobres y se reducían a las tareas anuales de aseo de las acequias de la ciudad por parte del Cabildo. La costumbre de hacer la vida volcada en la intimidad del hogar durante toda la vida colonial redundó en un descuido del espacio público. Casas, chacras, edificios públicos, plazas y calles eran muchas veces reductos de suciedad cuyos subsuelos estaban colmados de escombreras.

En el mismo periodo otro viajero llegaba a la ciudad, la inglesa Maria Graham. En su diario entre los días 28 de abril al 17 de Agosto de 1822 deja sus impresiones la ciudad: " Fuí a ver la plaza: uno de sus costados es ocupado por el palacio, que comprende la residencia del director, los tribunales de justicia y la cárcel pública. La construcción es de muy bella arquitectura, pero aun está inconclusa, porque cuando se agregó el palacio directorial faltó el dinero; sin embargo, todo el primer piso corresponde al orden dórico del resto, y podrá ser terminado tan pronto como el gobierno tenga fondos con que hacerlo. En el costado poniente de la plaza se encuentra la Catedral, inconclusa también y de orden dórico, el palacio del obispo y algunos edificios inferiores”.

Otra descripción del Santiago de incios del siglo XIX recibimos del oficial de la marina Norteamericana Williams S. W. Ruscherberg (1807-1895), obtenida de su visita a Chile. Este manino anotó sus impresiones del Santiago colonial en su diario de viaje que más tarde publicó en 1834. El marino comenta: “La ciudad se extiende en manzanas rectangulares de cuatrocientos ocho pies por cada costado, separadas, unas de otras por calles de cuarenta y dos pies de ancho. La dirección de las calles es más o menos de Norte a Sur y de oriente a poniente, y son empedradas con guijas, llevando a un costado una acera enlosada. Las acequias corren por el centro de la calle, y, durante cierta parte del día, pasa por ellas una buena cantidad de agua del río Mapocho, que confina a la ciudad en su parte Norte y Poniente. Estas corrientes acarrean todas las innumdicias fuera de la ciudad, lo que hace que Santiago sea la ciudad más limpia tal vez de toda la América del Sur. El Mapocho también prodiga a los hijos de Santiago el lujo de tener baños públicos y particulares.

Williams S. W. Ruscherberg (1831-1832), termina su relación de viaje en las riberas del río Mapocho donde observa: “A lo largo de una de las riberas del río mapocho se extiende una muralla o malecón, de unos seis pies de alto por cuatro de ancho, sobre la que pasa un camino empedrado con guijarros y con un parapeto al lado del río. De trecho en trecho, hay una serie de peldaños de piedra que descienden a la calle. Este muro se llama el "Tajamar" , porque sirve para atajar las aguas del río durante las grandes avenidas, y , los días domingo en la tarde, el paseo de moda de señores y caballeros, ricos y pobres. En ese día todo el mundo se pasea en el Tajamar; o bien, descansan sobre el parapeto, admirando la hermoSura y la grandiosidad del panorama, u observando a la muchedumbre que pasa”.

Un hombre ilustre, cronista de su tiempo nos brinda una imagen del Santiago de las primeras décadas del siglo XIX. José Zapiola en su descripción de la “La Policia de Aseo i Salubridad” de la ciudad comenta: “En este tiempo en que la viruela i sus estragos han alarmado i con razón, alos habitantes de la capital, atribuyéndose su orijen esclusivamente a las condiciones hijiénicas de la ciudad, no hemos podido ménos que recordar el modo de ser de este mismo pueblo a este respecto, hace más de medio siglo; sin que a pesar de lo que vamos a referir hayamos presenciado en nuestra larga vida algo parecido a lo quw ahora estamos esperimentando, no obstante las inmensas mejoras que hemos alcanzado de cuarenta años a esta parte”.

La realidad desaliñada y pestilente del bullicio céntrico, la expresa nuestro autor con realismo: La Plaza de Armas no esta empedrada. la Plaza de Abasto, galpón inmundo, sobre todo en el invierno, estaba en el costado oriente. El resto de la plaza hasta la pila, que ocupaba el mismo lugar que ahora, pero de donde ha emigrado el rollo, su inseparable compañero, hace más de cuarenta años, el resto de la plaza hasta la pila, decimos, estaba ocupado por los vendedores de mote, picarones, huesillos, etc., i por los caballos de los carniceros. Ya pueden considerar nuestros lectores cuál sería el estado de esta plaza que solo se barria mui de tarde en tarde, no por los que la ensuciaban, sino por los presos de la cárcel inmediata, armados de grandes ramas de espino que hacian más que levantar polvo, dejándola en el mismo estado, pero produciendo más hediondez, como era natural”.

URBANIZACIÓN SANTIAGUINA

Durante el siglo XVIII, la introducción de estos elementos no aumentó sensiblemente. Según una lista correspondiente al año 1748, se importaban por Valparaiso los siguientes materiales acero en cajones de a seis arrobas, alquitrán en botijas de a setenta y ocho libras o en zurrones de a cien, brea por cajones, vidrios de Ica en tercios, clavazón en cajones de a seis arrobas, estaño en quintales, hierro en lo mismo, hojalata por tercios y plomo por quintales. En otra lista, esta vez de los productos internados a Valparaiso por 19 embarcaciones en 1789 se incluyen solo quince arrobas de clavos de hierro de España, más algunas maderas traídas desde el Sur de Chile.

Armando de Ramón y José Manuel Larraín Orígenes de la Vida Económica Chilena. 1659-1808. Centro de Estudios Públicos. Santiago, Chile. 1982. Pág. 212.

TEJAS DE LA COLONIA

“Ordenanza sobre la Fábrica de las Tejas.- este día, los dichos señores Justicia é Regimiento dijeron: que por cuanto es justo que en esta ciudad sea la teja que se hobiere de vender de un tamaño, y hecha con una gradilla; por tanto, que mandaban y mandaron que toda la teja que se hiciere en esta ciudad é sus términos sea del grandor é tamaño de la gradilla. Con que hace al presente el señor corregidor é capitán Juan de Cuevas, e no tenga otra ninguna menor, antes se haga por el dicho patrón é gradilla, so pena de perder la dicha teja, que se vendiere que sea de otro tamaño, é de la de treinta pesos, aplicado lo susodicho, la tercera parte para la cámara de Su Magestad, y la otra para el denunciador, é otro para obras públicas desta ciudad…” Cabildo de 12 de Abril de 1576

PLAZA MAYOR, MERCADO DE ABASTO

En las Actas del Cabildo de la Ciudad de Santiago, en sesión extraordinaria del día 6 de Junio de 1760, se menciona la visita a las Casas de Abasto de la ciudad, correspondiente a lo que llamamos Mercado de Abastos, cuya cita aquí transcribimos, para ilustrar la distribución de las estructuras en la época de su uso, así como para acotar cronológicamente la data de ellas:

Reconocimiento de las Casa de Abasto por los señores Don Juan Francisco de Larrain y Don Juan José Saravia para la apro­vación de las cuentas de don Pedro Lecaros.‑ quienes pasaron conmigo el presente escribano y reconocieron el edificio de dichas casas que se compone de dos lienzos que forman una calle en medio de una cuadra de largo, el del lado de abajo que mira a la plaza, con los corredores, uno adentro de dicha calle y otro afuera, con su portada grande en medio, cuyas puertas son nuevas y bien hechas, con clavazón de bronce y otras dos puertas menores que la dicha en cada extremo de la calle que forman dichas Casas de Abasto, y todas tres con sus llaves corrientes, y el otro lienzo que cae a la parte del oriente con un corredor que corre de Norte a Sur, y un cuartito en medio que lo divide, esto es en el lando (lado) que mira al poniente, y por la calle que hace frente a las casas del General Don Pedro José de Cañas y Truxillo se hallan construidos veinte y siete cajones de mercancía, y seis dichos por la cabeza del Norte y seis por la cabeza del Sur, de los cuales dos miran a la capi­lla de San Antonio están destinados para estanco de nieve, y los treinta y siete son de cuenta del subastador de casas de abasto, todos corrientes con sus llaves y armazones de las cuales dijo don Santiago Ségue había costeado cuatro, poniéndoles las tablas porque solo se hallaron los pies derechos con los canezillos al tiempo del remate, y que asimismo puso de su cuenta escudos de fierro en las dos puertas, porque también faltaban”.

ACUEDUCTOS COLONIALES: SANGRE DE LA CIUDAD

La construcción de los acueductos en el período colonial fue difícil. El gobierno no contaba con los recursos para asegurar el abasto de agua a la población. La obra debía ser asignada a un particular para su financiamiento. Ellos eran las obras vital para la subsistencia de la población.

Y así juntos y congregados dichos señores dijeron que por cuanto por el acuerdo celebrado en tres de julio del presente año se acordo se hiciese de nuevo la cañería de la pila de la plaza mayor de esta ciudad trayéndose ésta por en medio de la calle [Monjitas], teniendo por ello presente los beneficios que de ello resultaran, siendo el principal que todo el vecindario goce del agua de que hoy carece y que se compusiese la calle por donde hoy viene la cañería, y sobre todo redimirnos del censo anual de trescientos pesos que corresponde a principal de seis mil pesos que infruc­tuosamente se han estado gastando. Por todo lo cual para que llegase a noticia de todos se acordó que puestos carteles en las esquinas ( de que yo el escribano doy fe) como también de haber­se pregonado más dias de los prevenidos por la ley, el último y mejor postor fue Francisco Calbacho, quien la puso en cinco mil y cuatrocientos pesos con el cargo de dar fianzas a nuestra satis­facción como las tiene dadas bajo de las condiciones que nos han parecido mejores, que son las siguientes: la primera, que ha de entregar el agua a la cañería estilada o colada. la segunda, que la dicha cañería ha de venir por en medio de la calle y que ha de tener sus cajas subterráneas a trechos para la limpia de dicha cañería, y así lo referido como la cantidad de los caños muy en particular y todos los demás materiales de que se componen dicha obra a satisfacción de los señores de este Ilustre Ayuntamiento. La tercera, que ha de afianzar la perpetuidad de dicha obra por el tiempo de diez años. La cuarta, que el zulaque se ha de hacer con aceite de comer.

La quinta, que ha de dejar toda la calle empedrada con más todos los reparos que están desempedrados de la cañería antigua. La sexta, que el maestro que hiciere dicha obra ha de ser a satisfacción de la ciudad, como los demás materiales que fueran necesarios a dicha obra. la septima, que todos los fragmentos que se sacaren de la zanja de dicha cañería se han de echar y emparejar el hoyo que está enfrente de la iglesia de la santa Recolección. La octava, que ha de poner una puertecilla de algarrobo en la caja principal de agua que está al pie del cerro con cerradura y llave .” Actas del Cabildo de Santiago, con fecha 11 de Septiembre de 1739:

CATEDRAL DE SANTIAGO: CEMENTERIO HISPANO

El terreno del valle del Mapocho fué dividido por el Alarife Pedro de Gamboa en cuadras de 150 varas de lado y separados entre si por calles de 12 varas de ancho . El lugar más notable su consagrado al templo de la ciudad. La primera iglesia señalada por Pedro de Valdivia en la fundación de Santiago, en 1541, fue para Nuestra Señora de la Asunción. Solo fue Catedral en 1576. En sus pies se encuentran los restos de los más notables conquistadores y habitantes coloniales de la ciudad. Bajo templo se encuentra un camposanto que solo fue alterado en la construcción de los cimientos del edificio actual, la octaba, ordenada por el obispo don Manuel de Alday y Aspeé, desde 1780, bajo la dirección de arquitecto Joaquín Toesca.

LOS TAJAMARES DEL MAPOCHO

Los Tajamares de ladrillo, comenzados a construir en 1792 bajo el gobierno de Ambrosio O’Higgins y concluidos en 1805 bajo el gobierno de Muñoz, tenían una extensión de 30 cuadras. Además de suministrar seguridad a los habitantes de Santiago, se convirtió en un concurrido paseo.

Estos mismos Tajamares están en uso durante el siglo XIX, protegiendo efectivamente a la capital de las inundaciones. Con la canalización del Río Mapocho, realizada entre 1888-1889 dejan de estar vigentes, siendo destruidos y sepultados en 1900, por la construcción del Parque Forestal en los terrenos ganados al río.

Una vez concretado el anhelo de tener sólidas defensas para la ciudad de Santiago, el tema del tajamar fue relegado al olvido. Al cabildo mismo, por las circunstancias políticas tampoco le quedaría mucho tiempo de vida jurídica bajo el dominio del reino. En la sesión del veinte y seis de Junio de 1795, el cabildo discute la posibilidad de continuar la construcción de los tajamares “...del pilar para arriba... .

Finalmente, hacia Agosto de 1803, los muros iban a imponer a la ciudad regios límites que tenderán a ser molestia para el progreso de la ciudad “...de haberse construido nuevos tajamares o diques al río, resultan entre ellos y las casas vecinas unos lugares tan estrechos y desiguales que no permiten el tránsito de carruajes...” . Los tajamares del Mapocho se integraron a la imagen cotidiana de la ciudad durante el siglo XIX, y el tiempo los tornó prescindibles. Ellos pasaron al olvido de los habitantes de Santiago, sin pensar cuanto le debía la ciudad a estas construcciones, ni cuantos desvelos les produjo a los santiaguinos su ausencia.

FOTOGRAFIAS

SITIO PLAZA DE ARMAS

a) Entierro indígena: Registro de un entierro indígena en ela unidad TO13, ubicado en calle 21 de mayo, a menos de un metro de la unidad TO14. Consistían en un enterratorio primario disturbado por obras de construcción históricas, de una mujer y un niño de corta edad, en asociación a fragmentos cerámicos y objetos líticos, antes descritos. Otro hallazgo de un contexto prehispano se realizó en la unidad MHN4, donde aparecieron entre los niveles 66–76 cms.s. y 76–86 cms., materiales culturales correspondientes a cerámica del período Agroalfarero Temprano (300 a. C. – 900 d. C.), determinado por un fragmento de cerámica con decoración incisa lineal punteada y un fragmento de pipa de cerámica, además de varios fragmentos cerámicos correspondientes a ollas y jarros, los cuales presentan huellas de hollín, señalando así su exposición al fuego, posiblemente para la elaboración de alimentos. En la cuadrícula CORREO 1 aparece una lasca de jaspe en el nivel 96-106 cms.s. correspondiente a elaboración de tecnología indígena.

También se registro un presumible enterratorio indígena durante las excavaciones a pala del pozo del pilote TO13, ubicado en la calle 21 de mayo, los trabajadores descubrieron 1 pelvis femenino y fragmentos de cerámica. Posteriormente se revisó el perfil este del pozo, y a estos hallazgos se sumaron los de un infante que no se presentaba como un entierro primario, así como restos de cerámica. La naturaleza de los hallazgos motivaron a la excavación de parte del sector no intervenido por las faenas del pozo, es decir, hacia la línea de solera. El posterior hallazgo de cerámica con “mamelones”, que son protuberos de arcilla, típicos de la gente que habitó la zona central del país hacia (300 a.C. – 900 d. C.), nos señalan este rango de tiempo para la probable realización del entierro. No se pudo excavar la totalidad de la fosa, producto que parte de ella se internaba bajo la acera actual, fuera de la zona a intervenir por las excavaciones del Metro.

b) Canal de ladrillo: sistema de aducción de agua potable colonial que fue registrado en la unidad TP4, ubicado en el medio de calle Catedral, unos pocos metros al Oeste del cruce con calle Puente. Aparecen las piedras de cantera que conforman la tapa del canal a unos 120 cms.s de profundidad, y sus muros de ladrillo a los 139 cms. Las piedras tienen una dimensión de unos 47 cms. de largo por 41 cms.s. de ancho y 21 cms.s. de espesor, aproximadamente. El interior del canal de ladrillo tiene un ancho de 28 cms. y un alto de 33 cms. presentando un revestimiento interior de argamasa fina. Este tipo de canal era hasta ahora desconocido, registrándose solo los ductos elaborados con tuberías de arcilla y una estructura de albañilería de cal y ladrillo. Por la ubicación y dirección que lleva este canal correspondería al que llevaba agua potable a la pila ubicada en la plazuela de la Iglesia Santa Ana , a fines del período colonial.

h) Emplantillado de piedra: En la unidad CORREO 2, en el nivel 40 – 50 cms. aparecen restos de un emplantillado de piedra, correspondiente a dos filas de piedra orientados en forma diagonal en relación a los ejes de las calles. Esta unidad se ubicó en el costado Norte de la Plaza, frente al Correo Central y la Catedral. Corresponder a antiguas veredas de la plaza. En la cuadrícula CORREO 3, distante unos 2 metros de la CORREO 2, se encontró en el nivel 60 – 70 cms. un emplantillado de piedras muy irregular. Esta característica puede atribuirse a la superficie de una antigua calle.

o) Acueducto de ladrillo en el sector poniente de la plaza: debido a esto se concluyó que lo más factible era que el acueducto detectado en Catedral con Puente se generara a partir de la pila de agua potable, ubicada, en los tiempos de la colonia, en el centro de la plaza, y por lo tanto formara una diagonal respecto al eje de las calles. El tramo diagonal de los segmentos de acueducto de ladrillo y piedra aparecieron al poniente de SP7. Debido a la premura de tiempo sólo se pudo registrar en forma adecuada 2 segmentos, comprendidos en el sentido Norte – Sur entre los pilotes SP7 y SP5, y en el sentido Este – Oeste entre el limite Sur de la línea de pilotes y TP2. El Norte de este segmento estaba cortado por una cámara de servicios. Continuaba entre los pilotes SP4 y línea poniente de pilotes, en el sentido Este – Oeste, y entre los pilotes TP3 y TP4, en sentido Norte – Sur.

La característica tecnológica del acueducto, que lo diferencian de los registrados frente a la Ilustre Municipalidad de Santiago, y los de las estaciones Bellas Artes y Santa Ana, es la de no poseer ductos de cerámica. Están conformados por paredes y base de ladrillo unidos con argamasa de cal, formado una “canaleta”, tapada con piedras de cantera roja, unidos con argamasa. Las paredes y base del canal del acueducto están formadas por 6 a 7 hileras de ladrillo. La base del canal esta constituida por dos hileras, la pared por 4, y la séptima hilera, que sólo en algunos sectores se construyó, corresponde a fragmentos de ladrillos, los que están puestos al lado de las piedras de cantera, para reforzar su posición. Los ladrillos están unidos con argamasa de cal.

p) Cementerio Hispano en la esquina Noreste de la Catedral de Santiago: la excavación de una cuadricula de 3.1 x 3.2 mts. al Norte de la fundación Sur de la pasarela peatonal Puente, entre los pilotes SP2 y SP3, con la finalidad de registrar la presencia de restos óseo humanos. Estos no aparecieron, pero si un cimiento de piedras de cantera, orientado Norte–Sur. Se hallaba su superficie a unos 55 cms. del nivel de calle, y su base a 85 cms. promedio. Las piedras medían 40mcms. de largo y ancho, promedio, unos 20 cms. de alto, existiendo algunas más pequeñas. El cimiento esta formado por sólo una capa de piedras, presentando además algunos fragmentos de ladrillo, aunque originalmente pudo contener más, ya que en este sector el concreto de la calle llega hasta los 42 cms. de profundidad.

La existencia de esta hilera de piedras, distante unos 8 a 9 mts. al Este de la pared de la actual Catedral estaría relacionada con las construcciones eclesiásticas anteriores a esta. Esto debido a que ese solar o espacio de la cuadra que fue destinado al templo se han sucedido siete procesos recontructivos. Por su estructura, más que un muro de la antigua Catedral, correspondería a una tapia o “pandereta” que separaba el cementerio de la Catedral, de la plaza. Esta diferencia de distancia con relación a la línea de edificación de la actual Catedral tiene correspondencia con un plano de Santiago del siglo XVIII, en que el espacio ocupado por la Catedral se interna hacia la Plaza, ocupando casi la totalidad del espacio correspondiente a la calle[1].

Se efectuó una trinchera de 1,60 mts. de ancho por 14,50 mts. de largo bordeando la calzada Sur de la calle Catedral, con el objeto de detectar cimientos asociados a construcciones anteriores de la Catedral y restos óseos humanos enterrados ya sea dentro de una edificación anterior o a los pies de ésta, según la usanza previa a la promulgación de la Ley de Cementerios de 1821. Se detectaron dos cimientos de piedra con orientación Este-Oeste, paralelos a la pared da la Catedral. Uno se encuentra 3.2 mts. de distancia de dicha pared, a los 56 cms. de profundidad desde el nivel de acera, bajo la calle Catedral.

SITIO SANTA ANA Y PLAZA SANTA TERESA

En el sitio Santa Ana y Plaza Santa Teresa se efectuaron excavacioines sistemáticas de evaluación del potencial histórico-arqueológico del área a intervenir por las excavaciones masivas para la construcción de la Estación Santa Ana de la extensión de la Línea 5 de Metro. Ellas se efectuaron en los terrenos aledaños a la Iglesia de Santa Ana, incluido sectores de calle Catedral, sus respectivas veredas, y entre San Martín y Manuel Rodríguez. La construcción de dichas estaciones se realizó a tajo abierto, posterior a la remoción masiva de los primeros diez y seis metros de tierra, a diferencia de los túneles, que se realizaron en forma subterránea, entre la cota de los catorse y diez y seis metros de profundidad.

a) Acueducto colonial del lado Este de la Iglesia Santa Ana: en la supervisión de un antepozo al lado de la Iglesia Santa Ana, se registro una estructura rectangular de ladrillo con argamasa de cal, en dirección Sudeste – Noroeste. Se extrajeron los ladrillos en un segmento, para verificar que se tratara del acueducto, encontrándose dentro de la estructura caños de greda. Por tal motivo se amplió la excavación de la estructura, permitiendo despejar aproximadamente 6 mts. de su extensión. El tramo registrado correspondió a un segmento recto, y a una caja de ladrillo para al cambio de dirección del acueducto, similar al registrado en Plaza de Armas. Se descubrieron aproximadamente 6 mts. de acueducto, el cual tenía una orientación S.E–N.O. con una leve pendiente hacia el N.O. Su superficie se encontraba a 125 cms. de profundidad, con relación al piso

Se recobraron 2 tipos de tubos cerámicos desde el interior del acueducto: A) tubos de 39 cms. de longitud, de diámetro exterior máximo de 20 cms. y mínimo de 14 cms.s. de factura regular, con marcadas huellas de torno; B) Tubos de 39 cms. de longitud, de mejor factura que los anteriores y un diámetro exterior máximo de 25 cms. y mínimo de 18 cms. Todos los tubos de buena factura fueron dispuestos en el segmento N.O. Esto se explicaría debido a que el sector S.E. correspondería a una “reparación “ posterior a la construcción del acueducto. Esto se manifiesta en la discontinuidad en el tipo de ladrillos y los ductos de inferior calidad registrados, como elaborados ex profeso, distintos a los encontrados en el resto del acueducto.

La estructura de ladrillo sólida, asociada el segmento NO, podría corresponder a un cambio de dirección del acueducto, lo que no se aprecio claramente debido que esta caja continuaba en el perfil, sector que no fue excavado.

b) Cimientos y emplantillado de piedra: se registró un emplantillado de piedra huevillo en el sitio Plaza Santa Teresa, de 179 cms. x 444 cms. esta siendo registrado gráficamente, para su posterior levantamiento piedra por piedra, con la finalidad de rescatar esta estructura. El material registrado en las cuadrículas realizadas corresponde a material cultural de filiación hispana (restos óseos animales, cerámica, cerámica vidriada, loza, vidrio, metal, entre otros). Se registro un fragmento de posible filiación prehispana en la cuadrícula Tímpano 5.

d) Segundo acueducto: distante 2 m al Este del primer acueducto, se identificó los restos de otro acueducto de ladrillos, que conservaba solamente la base y fragmentos de tubos cerámicos. El tipo de ladrillos y la disposición de estos es similar en forma y factura al acueducto anterior. Sobre la base de este segundo acueducto corre una cañería metálica, de modo que su destrucción pudo ocurrir en tiempos actuales. De este segundo acueducto permanecían in situ 5 hileras horizontales de ladrillos, separadas cada una por una cubierta de argamasa de cal y arena de 3 cms. de espesor. Esta estructura se encuentra a 130 cms. de profundidad del piso actual y corre paralela al acueducto anterior.

TAJAMARES

Contrastando estos dos planos con la información obtenida en el Pique Bueras sobre los dos Tajamares, se determina que el anónimo del siglo XVIII representa la opción que finalmente se llevo a cabo, en términos de la posición del tajamar nuevo respecto al tajamar viejo, y que refleja la modificación de la proposición proyectada por Baradán en 1783. El tajamar de piedra corresponde al destruido en la “avenida grande” del río Mapocho de 1783, en base a la concordancia que presenta la descripción de los relatos de la época con la disposición y su ontexto.

Benjamín Vicuña Mackenna nos señala las condiciones en que se hallaban dichos tajamares a fines de 1780, en base a una carta del gobernador de Chile, Don Ambrosio Benavides, en que diagnostica el estado de la ciudad, fechada el 19 de octubre de 1782. Según sus palabras “los tajamares de cal y piedra que defienden este pueblo contra las invasiones y avenidas de este río, consta a US. están rotos y quebrados en varias partes por los daños ocasionados de las soberbias crecientes sobrevenidas de pocos años a esta parte, y que la mayor que ocupa la cama o lecho del río esta superior en altura a toda la extensión del tajamar que defiende y cubre esta población en tal grado que excede de dos varas de altura, la que se reconoce en los lomos y bancos que forma el río en lo más de la anchura de su caja, por lo cual hallándose descubiertos los tajamares de esta costa, es manifiesto el peligro de que en una crecida grande se inunde la mitad del pueblo [2].

El tajamar de Toesca esta elaborado de ladrillo y argamasa de cal, y consta de cimientos, muralla y baranda. La única excepción registrada en los segmentos estudiados anteriormente corresponde a la base de la baranda, que esta construida con piedras de cantera blanca. Los ladrillos utilizados es su construcción son de dimensiones similares a los ladrillos de muralla actuales, variando su largo entre 39.5 a 40.5 cms.; su ancho entre 19.5 a 20.5 cms.; y su espesor entre 6 a 6.8 cms. Presentan variedad de cocciones según se pudo apreciar en los cortes realizados para su extracción. La argamasa esta constituida de cal y arena, siendo más fina que la utilizada para el tajamar de piedra. Los ladrillos están dispuestos generalmente en hileras alternadas, siendo una de soga o a lo largo del ladrillo, y la siguiente de punta o a lo ancho del ladrillo.



[1] Plano de Santiago, de Frezier, 1712; Plano de Santiago de 1763, en Mapoteca Chilena. Pág. 55, N° 126.

[2] Benjamín Vicuña Mackenna. 1938 [1869]. Historia de Santiago, Tomo I y II. Obras Completas Tomo X y XI. Universidad de Chile. Tomo II, pág. 189-190.